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Con la llegada de la
adolescencia se van a producir una serie de cambios físicos y psíquicos que van
a tener una importante repercusión sobre el autoconcepto del sujeto, que
experimenta modificaciones que pueden romper el equilibrio alcanzado en la
etapa anterior. En cuanto a los contenidos que el adolescente suele incluir en
el concepto de sí mismo, hay que destacar que los cambios físicos propios de la
pubertad les obligarán a revisar la imagen que hasta entonces habían construido
para incluir los nuevos rasgos que empiezan a configurar su nuevo cuerpo de
adulto. No es extraño que sobre todo en la adolescencia temprana, las
definiciones que chicos 18 y chicas hacen de sí mismo incluyan muchas
referencias a características corporales, ya que su aspecto físico representa
una sus principales preocupaciones. Estas alusiones a su apariencia irán
disminuyendo paulatinamente, siendo poco a poco sustituida por rasgos referidos
a su sistema de creencias, su filosofía de vida o sus expectativas de futuro.
La responsabilidad de este cambio es de la mayor capacidad para la abstracción
que caracteriza al pensamiento formal, que, unida a la tendencia a la
introspección propia de estos años, incrementará a partir de la adolescencia
media la propensión de chicos y chicas a definirse a partir de su interior
psicológico, con frecuentes referencias a pensamientos, sentimientos,
aspiraciones y deseos. También la importancia que adquieran durante estos años
las relaciones sociales va a tener un reflejo en los contenidos del
autoconcepto, aunque las simples referencias a vínculos personales más propias
de la niñez, van a verse reemplazadas por las descripciones interpersonales.
Así en el autoconcepto de los adolescentes más jóvenes aparecen las características
o habilidades sociales que influyen con las relaciones con los demás, o los que
determinan la imagen que los demás tienen de uno mismo. También en la
estructura y organización del autoconcepto van a tener lugar una serie de
cambios importantes a lo largo de la adolescencia. En los primeros momentos que
siguen a la pubertad, el concepto de sí mismo va a estar compuesto por una
serie de abstracciones que integrarán algunas características que guardan
relación entre sí. Sin embargo el adolescente no va a disponer aún del control
cognitivo necesario para poner en relación los distintos elementos que componen
el autoconcepto y construir una imagen de sí mismo integrada y diferenciada,
por lo que estas primeras abstracciones permanecerán separadas y sin
relacionarse entre sí. Esta incapacidad para integrar características que
pueden resultar contradictorias tiene un aspecto positivo, que es evitarle los
conflictos que pudieran derivarse de estas incongruencias. Con el avance de la
adolescencia, van a establecerse las primeras conexiones entre abstracciones y
entre rasgos que pueden ser opuestos. La toma de conciencia de estas 19
contradicciones entre sus distintos ―yoes puede empezar a ocasionar al chico o chica cierta
confusión, lo que podría explicar algunas actitudes y comportamientos
incoherentes que con frecuencia se observan en la adolescencia. Hay que tener
en cuenta que durante la adolescencia se amplían los contextos en los que
chicas y chicos participan y se asumen nuevos roles; cada uno de estos
contextos va a tener su importancia y proporcionará información al joven sobre
su imagen, ejerciendo una influencia distinta según las demandas que planteen
los adolescentes: los padres pueden pedir obediencia, respeto y amabilidad; los
iguales lealtad o amistad; su pareja, ternura y compromiso; la escuela,
esfuerzo y disciplina. Es de esperar que el autoconcepto incluya o refleje esas
diferencias entre contextos y no sea algo monolítico, sino que por el contrario
tenga diversos componentes, dando lugar a un autoconcepto múltiple. El grado de
coherencia o similitud entre estos componentes varían mucho de un sujeto a otro
dependiendo de distintos factores, como, por ejemplo, las discrepancias entre
lo que padres, educadores e iguales esperen del adolescente. Será en la
adolescencia tardía y con el avance en el pensamiento formal, cuando la
capacidad de coordinar abstracciones simples en abstracciones de orden superior
hará que el joven pueda integrar en un autoconcepto coherente todas esas
imágenes diferentes e incluso contradictorias. El autoconcepto es el elemento
central de la identidad personal, integra en sí mismo elementos corporales,
psíquicos, morales y sociales. Los cambios fisiológicos exigen revisar y
restablecer la imagen del propio cuerpo: La preocupación por lo físico pasa a
primer plano, junto con la representación de sí mismo. Hay una necesidad enorme
de reconocimiento por parte de los otros, se requiere el reconocimiento y la
aceptación de la identidad por los adultos y los iguales que se tornan muy
significativas. Es este reconocimiento y aceptación lo que asegura un concepto
positivo de sí mismo. (Contreras y Javier, 2007)
![](https://rebekany.files.wordpress.com/2013/02/quien-soy-mod41.jpg)
http://www.uaeh.edu.mx/nuestro_alumnado/esc_sup/actopan/licenciatura/Aplicacion%20taller%20de%20educacion%20adolescentes.pdf
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